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Poemas (Paola Pérez Zamora)

  • Paola Pérez Zamora
  • 4 ago 2024
  • 3 Min. de lectura

Recuerdo

como si hubiese sido hace solo un instante

abrir los ojos y al hacerlo

ver todo el cielo de Valparaíso

y cantar a gritos light my fire

porque es año nuevo y nada importa:

porque las sonrisas distorsionadas

de todos nosotros

era lo único que teníamos sobre la arena

y entre brindis ridículos, pero imprescindibles

pasar el rato

como si la vida fuese para siempre.

 


Con el cuerpo pesado

con percusiones a contra tiempo

y un ojo cerrado

este deja vú

de una noche en un respiro

perdida en rutinas ridículas, esquemas morbosos

y yo flotando, a la deriva,

deseando cualquier orilla.

Y me miras, pero no me ves

porque estoy desapareciendo inevitablemente

porque no soy más que la historia de un fraude mal contado,

la mentira en una canción

no soy más que pedazos de mi propia imaginación.

Mi corazón late tan fuerte

que remece todo lo que queda de mi cuerpo.

Y al cerrar los ojos no puedo más que sentir nostalgia

de cosas que pasaron en vidas paralelas.



Y quisiera ser una con el río

que nada más que su música habite en mí

irme lejos, bien lejos

dejando atrás mis ideas estúpidas de romanticismo y rock and roll

porque en la pesadilla siniestra -y colectiva- que llamamos vida

ya no hay más cupos para solo pasar el día

ni disfrutar el momento.

Vamos a reclutar nuestros propios sentimientos

y a reconstruir esta vida perra:

lo único que parece existir es el placer.

 

 

Al mirar hacia atrás no me reconozco

no sé quién fui

no sé quién soy

el ahora no tiene sustento

y todo parece flotar en el vacío

¿es esta la oportunidad que estaba esperando?

 

¿Cuál es el pecado

                                

                          en desear

 

                                      no ser un espectador de la propia vida?

 

No me conformaré en más canciones rotas

ni en historias que quedarán en un quizás

prefiero contar lo que pasó

a verme obligada a recordar lo que imaginé.


 


SEROTONINA

 

Después de todo este tiempo

y mientras la vida continúa

al fin estoy lista

para autoproclamarme

 

el fabuloso desastre

                          

                         (riendo a escondidas)

 

al fin, sí, al fin

todo se derrumbó

mis promesas juveniles vendidas

el arte prostituido por la carne:

me he traicionado,

al fin estoy lista

para ser aplaudida por quienes sostienen su copa

-como yo-

y despreciada por la academia

como siempre debió ser

al fin

el odio que cargo en mi corazón

hace que pese tanto

que a penas puedo moverme

y solo queda ahogarme

y escribir lo que se supone

sería mi obra maestra

sin distracciones,

vamos a buscar la sabiduría

hablar de lo sublime

el real, el que no se aprende,

¿no crees que es más entretenido así?

Te nombro cómplice de asesinar a la poeta

pero, nadie debe saberlo:

quedará en tu conciencia.

¿Podrás, verdaderamente

conformarte con lo que soy?

¿Con la inmundicia que llevo bajo los zapatos?

¿Con la niña que me resisto dejar de ser?

¿Podré tomar con estas manos

la magia que me ofreces?

¿Qué más da?

El mundo se está acabando,

la aventura impalpable

y la tentación de más recuerdos

                  (que se supone merezco)

la palabra en sí misma

ya contiene toda la belleza de la expectativa:

la experiencia es un regalo.

 

Me dices que nunca espere nada de nadie…

 

¿Eso incluye no esperar

                                     

                                       tampoco

                                              

                                                     la primavera?

 

 

IMPERMANENCIA

 

Salí a buscar la lluvia

dejando atrás el llamado de mi mamá

sintiéndome una extraña

en los mismos lugares

que fueron míos durante tanto tiempo.

 

No pienso regresar

a donde nunca estuve,

necesito nuevos recuerdos

-imperantemente-

y tomar con calma

lo vertiginoso de la vida;

por mí pueden descansar en paz

los códigos obsoletos

porque nací con el alma insurrecta 

cansada de caminar

con la mano empuñada a mediodía,

que arda lo que tenga que arder

que acabe la miseria

de dejar tantas palabras sin respuesta

y tener siempre por consuelo

el ser víctimas de las circunstancias...

 

Ella dijo a mis hermanos

que fueran felices, que vivieran la vida

pero no como yo,

porque yo, exagero.


Por Paola Pérez Zamora


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Paola Pérez Zamora o Amapola (Valparaíso, 1990). Poeta por casualidad, fotógrafa de profesión y feminista. Realizó estudios de Lengua y Literatura en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, dejándolos inconclusos para estudiar Fotografía y luego Cinematografía. Además, es Diplomada en Estética, feminismo y crítica UC. En 2019 ve la luz la plaquette poética, Todo da lo mismo (Escafandra Ediciones). Sobre la serotonina y otros venenos (Editorial Camino, 2022) es su primer libro-poemario. Actualmente reside en Quillota, dedicando su tiempo a su proyecto #serotoninatkm.

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