El currículum poético de Gisselle Girón: el arte vida digital
- Javier A. Pérez Díaz
- 6 mar 2024
- 4 Min. de lectura
Desde el pasillo al final del mundo, pensar la relación entre currículum vitae y poesía invoca la figura del excepcional Rodrigo Lira, un poeta intrigante de los años ochenta, cuya obra resguarda el episodio morboso del suicidio y otros más o menos infames de su vida, es más, es difícil que su obra y vida no se mezclen, como lo demuestran algunos libros actuales sobre Lira, que escarban tanto en sus creaciones literarias como datos biográficos, imbricándolas al punto de mezclarse[1].
Ahora, la gracia más aparente del CV de Lira es la inclusión de datos innecesarios, una ridiculización de su persona y del mundo laboral, por lo tanto, de la maquinaria social que controla los cuerpos según su capacidad de (auto)explotación y así. Me refiero a las menciones inofensivas como el detalle de su vivienda, las pretenciosas cuando cita una novela de Sábato, y las más relevantes, las biográficas que otorgan una atmósfera incómoda al documento:
“1971: Trabajo en el Departamento de Publicaciones Educativas de la Editorial Nacional Quimantú. Viaje al norte de Chile. En noviembre-diciembre, hospitalización en la Clínica Siquiátrica Universitaria de la U. de Chile, a fin de establecer un [[diagnóstico]], el que resultó ser [[esquizofrenia hebefrénica]]”.
De su convulsionada existencia, Lira extrae y consigue su mayor expresión poética: una voz sardónica, autodestructiva y paródica, que parece reírse de su propia figura de enfermo (en varias acepciones de la palabra) ante un departamento de “recursos humanos”. Sin embargo, el punto más álgido de su CV es la ambigua valoración que tiene de su creatividad.
“Quisiera agregar también que lo que se suele llamar creatividad es en mí más excesiva, en tanto que si no se canaliza puede lograr resultados un tanto impredecibles”.
Esos resultados “impredecibles” horadan de manera definitiva la finalidad misma del documento. Pone en jaque el trabajador ideal que cumple con su trabajo sin más. Abre la imaginación literaria del lector apelando a que complete aquellos resultados del postulante. ¿Es bueno o malo que la creatividad sea excesiva? Esta máxima expresión de sinceridad hace de un CV un material poético excediendo la necesidad fundamental de obtener un trabajo.
En la actualidad, la lectura del CV de Lira, no obstante, resulta anacrónica. Una pregunta clásica: ¿Cómo habría sido Lira en la época LinkedIn? Ante esto, otras y nuevas voces creativas abordan fenómenos de este tipo. Tal es el caso de la peruana Giselle Girón, curadora e historiadora del arte, a quien le encanta el reggaetón, escribir y hacer exposiciones, como dice la carta de presentación de su página web creada en Hotglue: https://gissellegiron.com/

Entre una variedad de hipervínculos coloridos de estética noventera con aura vaporwave, Girón presenta sus gustos musicales, críticas a instituciones, viajes, almuerzos, seminarios, proyectos personales, piezas artísticas digitales y más, con una originalidad creativa que deslumbra, un espacio en expansión en el que ronda ese lado b de los espacios académicos, con mucha honestidad e indefensión.

En la página web de Girón veo una práctica que abandona el espacio del lurker, aquel personaje de internet que lee y consume los materiales de comunidades virtuales sin participar de manera activa, es decir, no comenta, ni se suscribe y así. La academia, como en cualquier otro trabajo, es habitada por lurkers, quienes están al tanto de la novedad de los famosillos y no tanto, a su vez, también es cierto que muchas veces es vergonzoso completar los perfiles de Academia.edu, Orcid y similares, incluso es aburrido. Y crear una página en Hotglue puede resultar en un esfuerzo infructuoso, peor aún, ridículo. Tampoco creo que el ejercicio de Girón sea problemático como el de Lira, quizá la cultura actual valora estos gestos o tal vez soy demasiado ingenuo. Más importante todavía, resulta que Girón explaya una vitalidad no autodestructiva como la del chileno, es una consecución de éxitos frente a los fracasos del chileno.
Más allá del párrafo anterior, quiero destacar lo divertido e inspirador que resulta el CV comentado de Girón (https://gissellegiron.hotglue.me/?CVcomentado/). Con marginalias y vínculos que enumeran agradecimientos, impresiones personales y anécdotas. También hay links de bibliografías, karaokes y materiales de archivo. Es una constelación con toques de cierta novelización de artista, apasionada e ingeniosa, obsesiva y confesional. Girón ha creado un point-n-click en el que cada uno es responsable de aventurarse en su recorrido artístico que se difumina con el tinte literario de su vida personal.

Yo también me animé a realizar mi Hotglue por Gisselle Girón, quien a su vez lo llevo a cabo por otra persona. Un virus que bloggea la personalidad de cada uno. Hacer de la vida académica una pretensión artística, que en muchas ocasiones lo es. Me inspiré en el nombre de un tradicional juego de población a principios de los 2000, el cual consistía en arrojar cartones como si fuese una piñata, una pugna de manotazos, empujones y wates por algún trozo de cartón troquelado que traía impreso a los monitos animados (gringos y anime) del momento. Cartones al mata (en construcción).
[1] En poco tiempo se ha reeditado de Rodrigo Lira, su lacónica participación en el curioso proyecto Cabrochico de la Quimantú durante la UP, con el cómic “Panchito en la Tierra de la fantasía” (Asterión); Doq.mentos del anteayer (Alquimia); Buelos barios: boladas boludas (Piélago); y su biografía a manos del vapuleado Careaga.
Por Javier A. Pérez Díaz
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