Porque no TV
- Tomás Ragga
- 15 ene 2024
- 2 Min. de lectura
(esa orgía congelada de la modernidad).
“No se puede vivir solo de los recuerdos, la vida no es más que un conjunto de momentos. Algo así como una orgía lenta”
En “Barbarella Clip”, crónica de Lemebel, puedo observar una danza de las palabras, una forma irónica para describir una situación cotidiana de la cual se rebalsa de poesía. Hay en esta crónica una completa hipersexualización (propia de Lemebel, la que no está mal, sino que, desde ahí su visión al mundo, a la sociedad, a su diferencia) de un contexto social debido al cambio que han tenido los medios de comunicación de masas para vender un producto “sexual” del que todos (queramos o no) somos parte. También es adolescente, porque en pleno proceso se vive una necesidad orgánica (a veces injustificada y cubierta por una idea científica de la masculinidad) de estimulación constante, la que se ve afligida por estos estímulos externos, que muchas veces aceleran procesos y los distorsionan.
Recuerdo y no puedo no leer esta crónica sin la banda sonora de Los Prisioneros, año 84: “sexo compro, sexo vendo, sexo arriendo”
Lemebel encuentra las palabras adecuadas para un lenguaje gesticulador y estimulante, un vals entre líneas que deja ver clara y explícitamente lo que quiere decir.
Cómo puede ser ver un video en plano sagital contigo mismo, con el hemisferio izquierdo en el año 68´ y el derecho a comienzo del 2024, es entonces cuando la respuesta está en una rubia sexy de aquellos años peligrosos (los 60´s), que por esos años movía y meneaba las caderas una mujer por la tv, y los pendejos calientes corrían con la cosa pará a encumbrar volatín en pleno invierno. Y bueno, de alguna forma hay que capear el frío. Los pendejos de hoy en día metidos en esos aparatos raros, como figuras perfectamente geométricas de lo que puede llamarse un rectángulo con una fuerza centrífuga de lo que pueda ser pensar por el más mínimo instante en cualquier cosa que nos haga pensar. Ni en el pubis quedan ya pendejos, con esas rasuradoras y máquinas con nombre caribeño que te venden en la nueva tv, “los rectángulos andantes”, en la pantalla me la ofrecen como la nueva solución a todos mis problemas y es que es más que eso, lo que me va a ayudar a salir de este puto hemisferio terminal de lo que el verbo abulia pueda significar.
El nombre Barbarella tiene mucho que ver con la barba que nunca me creció, con aquella testosterona que ya poco queda, de ese estúpido (¿nuevamente ocupo esa palabra?) sentido (también está) de tomar una posición (esa parece que no) como adulto (esa sí que no, estoy seguro) en este mundo desolador lleno de intervenciones de gente que no debería intervenir ni el más mínimo instante en un anuncio publicitario, lo que sí debería intervenir (en mi caso, esto es una apreciación demasiado intima, me asusta de hecho) es la testosterona en mi bella barba dispareja, una parte de mi cara vive en el 68 y la otra en el 2023 casi 2024.
Por Tomás Ragga
Comments