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T[r]ópico dist[r]ópico fracc-ional

  • Tomás Ragga
  • 12 nov 2024
  • 9 Min. de lectura

Actualizado: 8 feb

“Estamos ante una generación de gente emocionalmente débil. Todo tiene que ser suavizado porque es ofensivo, incluso la verdad”

Keanu Revees


Sentado estaba en un café, cuando el motor de echó a andar, el motor de una camioneta, de una camioneta roja.


Este motor, no dejaba de sonar, como si estuviera descompuesto, como si quisiera gritar, como si fuera una horrorosa bestia.


Yo leía a Bolaño, esa tarde no recuerdo, lo que sí recuerdo fue lo que me dijo aquella camioneta, señor juez, le cuento lo que esa bestia me quiso decir, pero no pudo bien, ya que no entendí con precisión, ya que otro es su idioma, el idioma máquina de los ochenta, con un motor americano, y yo con mi libreta, no pude anotar con ágil velocidad, por lo que tuve que interpretar, señor juez.


*

Parejas de tres


Si bien la frase al parecer no es de aquel actor, y si fuera de él, da lo mismo, no deja de ser cierta. Vivimos en un mundo donde todo debe ser suavizado, dicho de algún modo “especifico” para que no suene ofensivo, eso se llama respeto, nada más, no hay ninguna ciencia. Lo que dices afecta, y lo que callas también, el poder de los silencios, el silencio está vinculado con la soledad, pero no con una soledad pasajera, con una soledad de más de veinte años, veintitrés para ser exacto. No hablo de una soledad común, una soledad que deja vivir, pensar, crear, conversar, sino, de una soledad intelectual. Aquella que ha existido y existirá por los siglos de los siglos y amén. Aquella que de cierto modo limita mi pe(n)sar, y más que eso, un próximo movimiento.


Esta soledad de la que hablo es una enfermedad, una enfermedad terminal, y que solo quien la experimenta podrá saber de qué estoy hablando, bueno, quién no, podrá tener alguna alusión de mi percepción, de esta canción, triste y sin final, una triste canción de amor que fallece a la luz de una vela de cumpleaños, sin ningún invitado. Leonardo Favio menciona lo siguiente:


“Para saber cómo es la soledad, tendrás que ver que ya a tu lado no está”


No está porque te dejó solo, en mi caso es curioso quedarse solo en tiempos de “unión”, en tiempos de “literatos” y gentecilla especial, personajes que de un minuto a otro te das cuenta de que ya no existen. Favio sostiene esta idea:


“La soledad es un amigo que no está, es su palabra que nunca ha de llegar igual (…) ella nunca ha de morir”


Cada vez me convenzo más de escribir esto (?), ya que pasó algo (hace un tiempo) que me hizo reflexionarlo, luego pasó otra cosa, que me hizo revertir la idea, luego volvió a ocurrir algo (nuevamente, pero esta vez para bien (?)), y esto último ya me aseguró que era un buen momento para escribir sobre esto tan acojonante:


El perfil de una persona especial, no deja de sorprender en los pasillos del psiquiátrico, no se puede vivir tranquilo en un psiquiátrico, por lo general es gente incomprendida con un montón de sensibilidad, y una(s) historia(s) aterradora(s), que persisten en la idea de ser contadas, al ser contadas a un supervisor, estas son mencionadas a un superior, quien deriva al siquiatra, quien te diagnostica y quien decide dejarte tres meses más en aquel lugar con paredes blancas, aquel lugar con olor a pastillas y un poco de azufre, aquel infierno de neuronas sobresalientes y podridas por unos pocos poderosos, que no quieren que (sobre) pienses, ahí, en ese lugar, el que piensa, se mata. Puede que sea así, no lo recuerdo bien, es que hace tiempo vi esa película, nunca he estado en un psiquiátrico (?).


Ahora bien, los especiales abundan, por desgracia, en este mundillo de Las Letras, en donde la Literatura impartida por profesores que solo quieren poner a prueba tus conocimientos sin siquiera tener intenciones reales/genuinas de que aprendas (en su mayoría), y te califican mal, y lo vuelven a hacer. En este mundillo rodeado de especiales, podemos ver a los de allá y a los de acá, a los de por aquí, y a los de allí, etc. Como ves, hay de todo, tenemos canasta completa.


Me lo tomo con humor, y es que, si no, sería uno de ellos, quiero ser enfático en eso, ellos allá, y yo acá. Quizás arrogancia sea la palabra, tal vez complejo de superioridad, o meramente egolatría, puede que todas las anteriores, no sé, esta historia me la contaron, y no retengo tan bien la información. Pero también es la historia que cuento yo.


*


Las mañanas son frías en estas fechas en la metrópoli, no dejan respirar tranquilo, no dejan que el cuerpo fluya, que los huesos adormecidos y estremecidos por salir corriendo, que lo único que quieren es merodear por entre las sábanas de ceda que no tengo. Pero lo que nunca debe faltar es la buena conversación de literatura con un mentolado cigarette a la luz de la mañana en algún lugar de la ciudad. Esas conversaciones inexistentes, esos cafés/teses regalados, y por esas conversaciones vacías.


Escucharon una historia, al igual que yo, o tal vez se la inventaron, se crearon un personaje y una actitud al mundo, y a su vez mezclaron todos sus traumas y desilusiones (no soy la excepción), y las(os) plasmaron en una carrera universitaria, por mero fanatismo (puede que sí sea la excepción) Los estudiantes de X carrera (y de Y carrera también), son especiales, todo el tiempo te demuestran que son “bendecidos” por el señor, son enviados por algún ser superior que los envío a esta tierra para proclamar sus alabanzas de escritor. Es curioso, a ratos no sé qué me diferencia de ellos, a ratos, pero solo a ratos, creo camuflar mis ropajes y sentido de supervivencia, me mimetizo ante una aberración de show performático de modelaje excéntrico y “alternativo”, ah, no, estos últimos estudiaban C carrera, eran otros.


Prototipos de disfraces superfluos y súper flujos por debajo del andén inexistente, nuevamente, de una mente que latente, está ante el próximo remitente (lector).


Entonces entro en el juego y miro con sigilo, pienso – mucho - sobre pienso - quizás, (demasiado las cosas), bueno, por eso escribo, como diría Zambra, para no gritar. Llego, miradas cruzan el aula magna, donde en realidad no tenemos clases, sino en un cuchitril de mala muerte en el último piso de una torre a punto de caer, en donde no hay ventilación, putrefacto/indeseable/bukowskiano, ahí imparten clases, calor, calor, un aire hediondo a fatalidad, calor y más calor, Darío, Martí, Rodó, no entiendo nada, y un pequeño descanso para merendar un mentolado cigarette, a la luz de la tarde. Así pasan los días en este ansiado lugar basado en la pretensión y el deseo de brillar sin “quedar mal con nadie”, querer ser estrella, querer ser especial, lo más posible, ser, por fin, un escritor.


Escritores, pretensión, cláusulas de becas estandarizadas en quehaceres de una melancolía abúlica que se roba el sueño de unos pocos que a la Literatura quieren dedicarse, o hacer como que se dedican, o hacer como que hacen que se dedican, o publicar que se dedican, o simplemente por fanatismo. Está lleno de fanáticos en este centro neurálgico (nostálgico) de (falta de) creatividad, falta de enfermedad, y exceso de diagnósticos.


Somos una tropa de vagos de la Literatura, y me incluyo, para así no quedar mal con nadie, y es curioso eso del fanatismo, porque si algo me gusta lo estudio (?) – suena bastante cuerdo, en un mundo de lucidos lamebotas, e hipócritas/plagiadores, somos, en definitiva, todo lo que dicen que somos y más.


Ahora bien, estos sujetos esp(a)eciales, son (mos) de lo más bajo en el ranking de la sociedad intelectual, son (mos) un conjunto (algo así como una secta) que realiza escritos desde el yo, para el ustedes. Escribir, en gran medida, es un acto de egolatría tremendo.


Volvamos a las parejas de tres; las sectas, las Burbujas sectarias ya están en orden para actuar ante su nuevo contrincante, ante su nueva presa, (in) d(e)ocentes en el son al compás del tambor de la ultratumba, y por detrás, la guerrilla sectaria, están cerca, ya casi llega(n), un poco más y es nuestro, ¡POM! Un correo de dudosa procedencia explicando que no se puede entregar el trabajo ese día por X motivo y no Y, así que exigimos que nos dé más tiempito, algo así como dos semanas estaría bien.


Lo de las burbujas lo dije porque nadie puede entrar, a no ser que esté altamente calificado con postítulos en relaciones interpersonales, generaciones zetas jerga(s). 


Tribus suburbanas somos nosotros, escuchamos X música y no Y, leemos X libros y no Y, escribimos Y, y no X, y así. Hasta ahora soy el único inscrito.


*


Soy todo lo que dicen que soy y más, lo que yo creo ser está por bajo la media de mis contemporáneos, no soy nada y lo soy todo, porque pertenezco a esta generación de mierda, en este mundo de mierda, en este país, en esta tierra de mierda, no suelo cortejar mucho la idea de vivir en una sociedad altiva/altanera y quizá un tanto caprichosa, considerando que soy un caprichoso por esencia, soy un ser que se oculta entre los baños de algún lamentable lugar, baños fríos, baños invernales, donde me transporto por la rendija de lo incierto y de mi propia fantasía, no me gustan los gatos como a todos los literatos, prefiero más la presencia de un perro antes que más estúpido deseo, de ser como tú. En estos baños de porcelana aplano mis emociones y me pongo a navegar en un viaje sin retorno, lo que se puede llamar navegaren este plano de indecencia, inmundicia, detestable putrefacción de paredes con feca, viejos con olor a orina y naftalina también. Calles y noches en la ciudad, acorralado por la oscuridad imponente de un solo respiro de un incandescente, luz de luna, luces del amanecer neblinoso de la madrugada, y de la noche humeada en la capital.


Ahí alojo mis más tímidos pensamientos, oscuros de pesar, brillantes de crear, un mundo, quizá idealizado, quizá, romantizado, quizá, muerto.


Mi lógica no es una lógica cualquiera, mi lógica es ilógica si así lo deseas, mis palabras sin sentido para muchos, y un poco de pasajeras verbales para unos pocos, somos un puñado de cenizas que se esconden a la luz de una vela ardiente, y clemente el sonido de los arbustos que resuenan ante el colorido paisaje de la noctámbula bohemia, a veces sin sentido.


Ellos allá, yo acá, ellos así, yo asá. No se puede vivir sin hacer la diferencia, no se puede vivir sin marcar un antes y un después a penas tus piernas se deslizan ante el aula, una mañana de verano o de inverno, y nada más, porque en esta ciudad solo hay dos estaciones.


Ahora bien, la indecencia o más bien, falta, o más bien carencia educativa, cortés y mal oliente deseo de un porvenir asegurado de buenas excusas, te han llevado hacia un destino desinteresado de convivir a mi lado. No deseo ser parte de la familia que nos pudo haber unido alguna vez, la familia sí se elige, pero yo te desheredo.


*


Declaro ante este tribunal que no uso drogas, es solo la mención del señor juez, la que dictamina esta sentencia de un viaje poco agradable, por aquel cáncer que no se logra tratar con una Aspirina y un poco de reposo, si no, con una cirugía mayor.


Su señoría, me declaro culpable ante este tribunal, por todos los delitos cometidos, y todos lo que no también, ahora bien, preferiría la ahorca o más bien, que me quiten los ojos de sus cuencas, lo siento, pero no confío en el plomo importado de URSS de los años 2000’s, ya que de no ser efectivo el tiro, quedaré agonizando y mi guerra será en vano.


Si mi combate es por entre las sábanas de una damisela, bienvenido sea ese plomo en mis cienes, bienaventurada la abertura de la carne por la brecha de la epidermis, con un conjunto de giros, como los ciclones, la bala abra el tejido, y me entregue, por fin el sueño eterno. Hoy mi condena es con este mundo de subalternos profesorados doctores en infravaloración amistosa, hoy, mis cienes están ansiosas de tu gatillo, de tu sudor gatillante de cienes, de tus cienes gatillantes de sudor, de tus gatillos que emanan sudor por entre las cienes, de ti, ¡vamos! ¡dispara! - ¡mátame! Que quiero dejar, y quedar libre de esta condena que es existir en un mundo como este, en un mundo donde haya, alguien como tú.


*


Ahora bien, despierto, soy otro, otro tipo, sin vicisitudes de un estúpido porvenir escritural, de pudorosas cienes partidas, atravesadas en diagonal, por una daga abisal, de esquimales urbanos, para que gota a gota, muerte a muerte, estas infinitas palabras de soledad, que como en un día de toque de queda, la suspensión de un suspiro, agota el gemido orgásmico de que las palabras cobren sentido en un peso diagonal/craneal. Y yo, y tú, sin entender nada, más que lo visible, lo superficial, de un milico, y la profundidad de un amigo no amigo, de una soledad en soledad, de una vereda luminosa, libre de humo, y feliz de existir, en un mundo incomprensible, porque entender, sí, entender era el precio de esta condena, ahora que soy y fui un buen hongo, que ya me pudrí, puedo agradeceros, queridos lectores, que por su esoterismo estoico y algo escéptico de externos entendimiento tarotistas, puedo, de cierto modo, contar mi historia.


Por Tomás Ragga

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